Como profesionales ocupadas y con agendas dramáticamente diferentes, encontraron que era casi imposible para las tres empatar horarios, por lo que limpiaron sus agendas, empacaron sus maletas y escaparon a Tequisquiapan durante unos días para trazar un plan y comenzar su investigación. Cuando comenzaron a investigar para su libro, pronto se dieron cuenta de que algunas de estas marcas eran tan notables que habían logrado un reconocimiento internacional significativo. Creían que este grupo de marcas mexicanas exitosas realmente contribuía positivamente a la reputación de México en el extranjero. Las tres estaban familiarizadas con los conceptos de marcas de país, valor de marca, influencia de marca y marcas dirigidas por un propósito.  Sabían que las marcas nacionales fuertes pueden inyectar valor en productos y servicios de ese país, pero cuanto más investigaban, más llegaron a creer que lo contrario también era cierto. Las marcas pueden utilizar su fuerza para influir positivamente en la imagen de un país. Por lo que, acuñaron una frase para estas marcas, “Ambassador Brands”, y decidieron que estas marcas únicas tenían que ser objeto de su libro.

 

En cuestión de días, lo que comenzó como una idea para un libro se convirtió en  todo un proyecto con la misión de inspirar a las marcas mexicanas a usar su influencia para mejorar la reputación del país.